Una creencia muy arraigada sostiene que un tubo fluorescente consume más energía al encenderse que permaneciendo encendido. Según esa teoría, conviene dejar las luces conectadas al salir de una cocina, ya que el consumo de energía que requerirían las fluorescentes para empezar a dar luz de nuevo es superior al consumo de dejarlas encendidas. Esta afirmación es falsa.
Es cierto que, mientras se conectan, las fluorescentes pueden consumir hasta cinco veces más que cuando se mantienen encendidas. Pero ese exceso de consumo es irrelevante, puesto que el tiempo que dura la activación es apenas de uno o dos segundos como mucho. Es decir, que el gasto extra de un tubo fluorescente al encenderse equivale al consumo normal de unos pocos segundos. Según un estudio, publicado en la revista IEEE Transactions on Industry Applications, “Economics of switching fluorescent lamps“, si la ausencia en la cocina es superior a diez segundos se ahorra consumo de energía eléctrica apagando la lámpara.
Ahora bien, el asunto se vuelve más complejo cuando se tiene en cuenta la vida útil de las lámparas, que se reduce, lógicamente, cuando el tubo de apaga y enciende con mayor frecuencia. ¿Pero cuánto se reduce? Es difícil determinarlo.
El estudio demostró, sin embargo, una cosa: cuanto más tiempo permanezca activo un tubo fluorescente entre cada encendido aumenta su vida útil, aunque no excesivamente. Según la investigación, la reducción para una lámpara cuya vida útil es de 1.000 horas equivale a unos 5 minutos por cada apagado y encendido. Un porcentaje muy bajo. Pero se concluyó que para hacer un cálculo más exacto, sería necesario tener en cuenta múltiples factores como el costo del consumo eléctrico, la potencia de la lámpara, su vida útil estimada, el tiempo de encendido, el precio de la lámpara, etc.
En resumen, existe un lapso de tiempo hasta el cual conviene dejar encendidos los tubos fluorescentes y, aunque depende de distintas variables, suele ser en todo caso de pocos minutos, unos 10 o 15. Por lo tanto, la recomendación general de los especialistas es apagar las luces cada vez que se abandona una habitación, salvo que se esté seguro de que se ha de volver muy pocos minutos después.